Cómo empezar a entender la arquitectura

Cómo empezar a entender la arquitectura

La ARQUITECTURA en general, al igual que la música en general, o la ciencia en general, es un campo de interés demasiado grande como para especificar un solo enfoque al respecto. A no ser que tu primer paso sea precisamente ese: explorar el espacio de la arquitectura y encontrar tu interés en ella, tu tema favorito. Los arquitectos y los críticos llevan varios cientos de años haciéndolo con una fórmula acuñada por el arquitecto romano Vitruvio, que escribió sus “10 libros de arquitectura” en el siglo I a.C., en los que señalaba las tres propiedades principales de la arquitectura: utilidad, durabilidad fundamentos de la arquitectura y belleza. Aunque han pasado más de dos mil años desde entonces, parece que no se ha inventado una definición mejor. Estos tres criterios son a la vez una forma de evaluar cualquier edificio y unas indicaciones para mejorar la propia capacidad de entender la arquitectura. Es decir, ver cómo algunos edificios son a la vez útiles, duraderos y bonitos (unos fluyen de los otros) y otros no (aunque no siempre son inequívocamente malos).

Me he encontrado con varias motivaciones, quizá universales, que le impulsan a uno a interesarse por la arquitectura, aunque, por supuesto, esto es sólo mi experiencia. Pero prefiero partir de las nociones universales de lo que ofrece la arquitectura o de por qué es importante, más que de las opiniones, a veces muy diferentes, de los propios arquitectos, de la estructura de la enseñanza de la arquitectura o de las opiniones de los críticos. Digo esto de antemano para pedir disculpas a aquellos lectores, cuyos intereses resultarán estar más allá del esquema que voy a utilizar, o a aquellos que ya tienen un esquema propio o conocido, que le parece ideal (y el mío le parecerá herético). 

Así, en relación con la arquitectura, todas las personas pueden dividirse en…

…COMO LAS COSAS BELLAS. La belleza es probablemente la categoría más difícil para la arquitectura. En primer lugar, la arquitectura no es un arte mimético, lo que significa que los edificios no representan nada (hay excepciones, aunque no muy a menudo), por lo que el “placer del reconocimiento”, que Aristóteles consideraba la base del placer estético, no se produce aquí. Al igual que en la música, la belleza en la arquitectura es el ritmo, las proporciones, las relaciones de la forma, el color y el material.

El famoso historiador y crítico de arquitectura germano-inglés Nicholas Pevsner dijo una vez: “Un cobertizo para bicicletas es una estructura, la catedral de Lincoln es arquitectura”. En otras palabras, toda arquitectura es un edificio, pero no todo edificio es arquitectura. Hoy en día hay muchos que querrían discutir esta afirmación, pero hay algo de verdad en esta idea: la arquitectura comienza allí donde los creadores del edificio -ya sean arquitectos famosos o albañiles anónimos- intentaron ir más allá de la resolución de problemas prácticos. La cuestión es saber exactamente a dónde querían ir, por qué y qué se les ocurrió. La historia y la teoría de la arquitectura responden más o menos a estas preguntas. Cada época, cada país y cada tradición han ofrecido diferentes programas y conjuntos de herramientas. No todo nos parece intuitivamente “bello” hoy en día: juzgamos las pirámides egipcias de forma muy diferente a los monumentos renacentistas, y la arquitectura moderna nos parece monótona y sin rostro.

Existe una gran tentación de definir el valor de los edificios de una época en relación con los de otras muy distintas, sobre todo si están uno al lado del otro, como ocurre en la ciudad. Bueno, el gusto es cosa de cada uno; a algunos les gustan las columnas de las fachadas clásicas, a otros las ventanas de lazo de los edificios constructivistas. Pero no hay que olvidar que son el resultado de situaciones diferentes, y medirlas con un mismo rasero no es del todo exacto. Cuanto más se aprende sobre cómo pensaban y aspiraban los arquitectos de distintas épocas, más amplio es el pasillo de las preferencias de gusto individuales.

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